Educación

Como se recoge en el Artículo 27 de la Constitución, la educación es un derecho de todas las personas que tiene como objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

Educar consiste en lograr que las personas desarrollen todas sus capacidades y posibilidades, tanto las más visibles como las que suelen quedar más ocultas.
Hay que tener en cuenta que educar es una tarea que puede llevarse a cabo de maneras muy diferentes, por canales muy diversos y con distintos grados de intencionalidad. 

Los principales agentes de la educación son:

  • La familia, transmitiéndonos o descubriéndonos los primeros aprendizajes, así como también las primeras actitudes y valores, es el primer ámbito social con el que nos encontramos, las primeras relaciones sociales que establecemos.
  • Más tarde nos educa el sistema educativo, que amplía nuestras relaciones sociales y nuestro conocimiento del mundo, adquiriendo de modo más formal hábitos y comportamientos sociales. 
  • Las y los iguales, el grupo donde se establecerán relaciones más estrechas y permanentes que facilitan la ruptura del egocentrismo familiar y proporciona un cambio en las relaciones sociales. Dentro del grupo se aprende e interiorizan relaciones de dependencia, de dominancia, de igualdad… 

Todas las personas tenemos derecho a desarrollar nuestras capacidades. Educar es una tarea compleja y continua que implica a todo el entorno de la persona. Por eso, entendemos la educación como una relación de enseñanza-aprendizaje que contribuye al desarrollo físico, afectivo e intelectual, favorece la transmisión y ejercicio de valores positivos y potencia la participación social responsable. A través de ella avanzamos en la lucha contra la discriminación y la desigualdad.

La educación infantil es una etapa educativa con identidad propia, ordenada en dos ciclos. El primero atiende a niños y niñas desde el nacimiento hasta los tres años.

Sabemos que durante la primera infancia es cuando se consolidan los cimientos de la personalidad de los niños y las niñas y cuando se van a producir los acontecimientos y los cambios que van a condicionar la evolución y maduración de la persona. En este sentido, está reconocida la importancia de la infancia no solo como ciudadanas y ciudadanos futuros, sino como tramo con necesidades e intereses, con identidad propia, y como etapa del desarrollo determinante en el crecimiento de la persona. 

Nuestro reconocimiento del valor de la infancia, así como el aumento de necesidades que surgen a raíz de los cambios, reclaman la necesidad de avanzar y requieren que progresivamente intentemos encontrar respuestas que las satisfagan, con políticas y pedagogías que evolucionen conjuntamente, capaces de dar respuesta a las necesidades educativas de los niños y niñas y de las familias, facilitando también la conciliación como madres padres, y trabajadoras, más allá de la problemática de conciliar la vida familiar y laboral.

Creemos que una comunidad educativa comprometida es la única forma de construir escuelas democráticas, lugares que amparen las voces de los niños y niñas porque este tiempo constituye una oportunidad para favorecer su desarrollo integral y armónico en un contexto seguro, que transmita bienestar afectivo y emocional.

Nuestro trabajo en este ciclo de la vida pretende integrar todas las diferencias compensando, cuando es necesario, las desigualdades personales, sociales y culturales. Para ello, actuamos en cooperación permanente con las familias y el resto de servicios del territorio, como actores y actrices principales del proceso educativo.
 

La escuela constituye uno de los espacios donde más tiempo están las niñas y niños. Es también la entidad educativa donde amplían sus relaciones sociales y sus conocimientos del mundo, adquiriendo de manera formal hábitos y comportamientos sociales. Después de la familia, constituye el segundo agente de socialización.

Al señalar a la escuela como entidad socializadora, nos referimos a la dimensión social del alumnado. Mientras niñas y niños se educan, se socializan ya que, además de enseñar contenidos, la escuela tiene otras muchas funciones: transmite pautas sociales y valores que ayudarán a las alumnas y alumnos a vivir en grupo e integrarse posteriormente a la sociedad respetando sus normas, leyes y valores. La escuela forma ciudadanas y ciudadanos. Lo que se aprende en la escuela es lo que quiere enseñar la sociedad, para de este modo formar a personas aptas para la convivencia en el futuro.

La educación facilita la adquisición y construcción, durante toda la vida, de valores, actitudes y conocimientos fundados en el respeto de los derechos humanos. Se asegura la convivencia en entornos caracterizados por la pluralidad y la diversidad cultural, se aprende a convivir de manera pacífica con los conflictos, presentes en todas las relaciones humanas, convirtiéndolos en algo creativo y dinámico, y se evita y previene la violencia.

A través de la mediación ponemos en marcha una intervención educativa dentro de la escuela, que apoya la formación del alumnado en habilidades para la valoración de la diversidad, la comunicación y la cooperación. Intenta que ese modelo de convivencia se traslade a los contextos no formales para prevenir conductas violentas y propiciar el abordaje positivo de las situaciones de conflicto.

Las actividades desarrolladas por el o la profesional se dirigen a toda la comunidad educativa, e incluyen unidades didácticas, recreos dinamizados, asesoramiento al profesorado y al resto de personal de los centros educativos, etc.
 

La escuela es una de las instituciones sociales más importantes, mucho más reciente que otras como la familia o el Estado y completamente necesaria para favorecer la inserción de los niños y niñas en la sociedad como personas adultas responsables y capaces de convivir.

La escuela no es, sin embargo, solo relevante por la transmisión de saberes y conocimientos. Podemos decir que una de las funciones principales de la escuela es permitir que las y los menores puedan sociabilizar con sus iguales, con personas de su misma edad, nivel evolutivo y emocional, etc.

La institución escolar nos facilita aprender de un modo simplificado lo que es vivir en sociedad: adaptarnos a reglas, cumplir con las normas de comportamiento, aprender a convivir con quienes podemos no sentirnos cercanos, sentirse parte de una comunidad y trabajar permanentemente en su beneficio, etc.

Para nosotras se convierte en un marco de trabajo idóneo en el que poder tratar temas de especial importancia para el desarrollo de los y las menores. Nuestra intervención siempre será consensuada y/o requerida por los centros escolares contribuyendo así a reforzar aspectos que se consideran necesarios para el correcto desarrollo del alumnado y, en determinados casos, poder aportar mejoras en las relaciones que se establecen en el aula.

Nuestro esfuerzo profesional va encaminado en esta área al ajuste a cada grupo y cada centro escolar, de cara a realizar talleres y/o actividades que respondan a la necesidad concreta detectada. Para la realización de estas acciones contamos con un equipo de profesionales de Pauma, expertas en la infancia y la adolescencia, con un amplio bagaje en metodologías participativas e innovadoras y especializadas en diferentes temáticas (coeducación, mejora de la convivencia en el aula, resolución de conflictos…).